Nacida en la temporada invernal,
cual ma constelación, el capricornio,
sobre la cara me crecían dos cuernos,
y si no tendría un pellejo, habría muerto de frío.
Y si habría perdido mis padres en tierna edad,
y no tendría más que un grano a comer,
y recibiría cada día solamente odio y rabia,
como balazos fríos, los cuales atraversan el corazón,
entonces no viviría en paz,
ni siquiera sabría deletrear mi nombre,
y tampoco sería una hija de bienestar.
Pero así, la fortuna del mundo me sonríe,
tengo mucho que perder,
aunque soy libre como un gorrión en el viento.